Los poetas dicen que la ciencia anula la belleza de las estrellas, simples esferas de átomos de gas. Yo también puedo ver y sentir las estrellas en las noches del desierto, ¿pero veo más o menos que ellos? La inmensidad del cielo dilata mi imaginación; atrapado en este carrusel, mis pequeños ojos captan luz de un millón de años de antigüedad, una enorme estructura de la que formo parte. ¿Cuál es su patrón, cuál es su porqué? El misterio no sufre cuando revelamos algo de él, porque la realidad es mucho más maravillosa que lo que cualquier artista del pasado pudo haber imaginado. ¿Por qué los poetas del presente no le cantan a ella? ¿Qué tipo de personas son unos poetas que hablan de Júpiter como si fuera un hombre, pero si es una inmensa esfera giratoria de amoniaco y metano permanecen mudos?
Las lecciones de Feyman de física, volumen I; lección 3, ‘La relación de la física con otras ciencias’. Richard Feynman, Físico teórico estadounidense y Premio Nobel.
¡Por supuesto que hay poetas que le cantan a la realidad! ¡Poetas cuya musa es la ciencia! Los autores de Noctis Labyrinthus (antigua I filo SOFÍA Verlag-Editorial) ven mucho más en las estrellas que una hermosa inspiración; como los filósofos-físicos o los físicos-filósofos, los poetas deben asimismo alimentarse de ambas disciplinas, pues lo estético es matemático, o como decían los Pitagóricos: “lo Bello es la correcta concordancia de las partes entre ellas y con el todo”. La armonía con la que baila el cosmos les fascina y saben que la ciencia guarda más misterios que los que revela. ¿No es la realidad suficientemente hermosa como para cantarle a ella? ¿No son Júpiter o Marte o las constelaciones nocturnas realmente impresionantes de por sí como para no merecerse los poemas más bellos, en armonía con la conmoción que suscitan? Estos poetas se inspiran y se arman científicamente para escribir sobre lo más bello que existe en el universo: el universo.
Raúl Fernández Cobos compone en su poemario Areografía, del griego “Ares”, Marte, sobre el paisaje marciano y lo que le depara a la humanidad que se asiente algún día en el Planeta Rojo si sigue con la misma mentalidad que hasta ahora. Se trata, pues, de un poemario que va más allá de lo estético y roza sutilmente lo ético. El autor también descubre otros enigmas del universo y de la física, como por ejemplo los cuatro principios de la termodinámica muy encriptados en el poema Aulario de termodinámica. Raúl no solo le canta a la ciencia, sino que la usa consciente e intuitivamente para expresar lo que le mueve por dentro. Y crea, además, una mitología marciana que recuerda a las Crónicas marcianas de Ray Bradbury.
Arim Atzin (María Ferreiro) publicará en unos meses su tercer poemario, La gran explosión en mí, el cual relatará la historia del universo desde “antes” del Big Bang hasta su muerte. Mas este cosmos general se entrelaza con el particular de la autora; las secciones, ocho más la anterior a la primera, se corresponden con las etapas del universo. Nos encontraremos con poemas basados en teorías de la física cuántica, con cánticos al origen de la vida y a la roca inerte, a los astros y la emigración a otros planetas; lo originalmente mitológico que inventa María es una mezcla que respira de la cultura clásica, de la ciencia y de vivencias propias metamorfoseadas en explosivas metáforas. Aunque el origen fuera un esparcimiento.
“Lo Bello es la correcta concordancia de las partes entre ellas y con el todo”. Raúl Fernández Cobos y Arim Atzin armonizan el mundo privado, las partes, con el mundo común, el todo. ¡La poesía puede ser tan bella como la ciencia y viceversa!